viernes, 16 de diciembre de 2016

Tempus vivendi

''Hoy es siempre todavía''.

Antonio Machado 


Del pasado creo
–humildemente–
haber aprendido algunas cosas.

Entre ellas cuento:
no creer nunca que todo está aprendido,
pues aprender es aprehender el mundo
(y algún día el mundo será nuestro),
no empeñarme en buscar el amor
donde no hay alguien dispuesto a amar
(eso último vale tanto para los amores
como para las amistades
y para otras muchas cosas),
acariciar las certezas y celebrarlas
y jamás alimentar las incertidumbres
–esas que el tiempo y solo el tiempo
se encargará de deshacer–
con miedo.
                  Y poco más.

Del presente creo intuir
que nunca he dejado de vivir en él,
que eso es lo que soy:
un joven que se llama Alberto
y que fue, sin embargo, un niño
que se llamó Alberto
y que será un hombre que se llamará
como se llame Alberto. 
                 No tengo clara la frontera
entre un tiempo y otro. Pero creo
que el pasado es cosa del pasado
y que nada se precisa rescatar de él
–salvo algún feliz recuerdo–
pues todo lo que de él vale la pena
lo lleva uno consigo,
que el futuro es un proyecto,
una feliz perspectiva
que depende tan solo del compromiso
constante de ser siempre mejor y más humano:
el futuro sería, entonces,
la consecuencia exacta de la esperanza.

Y el presente es –supongo–
no más que lo aprendido,
lo que quedó,
lo que nunca dejará de ser
para ser 
todo cuanto tengo
y tuve
          y tendré siempre.






No hay comentarios:

Publicar un comentario