–cinco minutos
o tres milenios: lo mismo es–
a admirar la inmensa belleza
de la catedral.
Se me ocurrió que no era
la estatura de los dioses
lo que conmemoraban
tal belleza y tamaño,
sino la pequeñez de los hombres.
Luego recaí en que no fueron dioses
sino hombres
los que la levantaron de la tierra.
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