Yo sé bien de mi fragilidad,
de mi imperfección:
la contemplo cada día
en los reflejos del mundo
que –un día más– se
resiste a ser mi casa.
II.
Tú no vas a hacer las veces
de hogar –no esta vez–
y así todas las veces.
III.
Comprendo entonces
que de nada sirve escribir
cuando todo lo que diga
no será
nada
que no pueda decir el llanto.
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